ANA DE MIGUEL Y LOS FILÓSOFOS QUE NO AMABAN A LAS MUJERES

Uno de los lemas que se han adoptado en defensa de la Filosofía, parafraseando a Descartes | Imagen: Flickr/AnaRey

La filósofa Ana de Miguel inaugura el curso académico en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante con una lección magistral sobre filosofía y feminismo. En treinta minutos deliciosos, de Miguel desnudó a ilustres filósofos –esos que ya no van a estudiar los y las adolescentes- cuyas ideas sobre la mujer, de algún modo, sirvieron de pilar en la historia del pensamiento occidental para legitimar la desigualdad entre hombres y mujeres. “Esa desigualdad la tenemos interiorizada, forma parte de nuestra conciencia humana de una manera tan radical, tan constituyente de lo que somos, que por eso es tan difícil erradicar fenómenos como la violencia contra las mujeres”, planteó, haciendo al mismo tiempo una llamada a la Universidad para que sea capaz de brindar ese conocimiento a la sociedad. “Nuestros compañeros no leen nuestros libros. Apoyan el feminismo, condenan el machismo, pero no leen nuestros libros, esos en los que explicamos con claridad por qué la desigualdad entre hombres y mujeres es la escuela del resto de desigualdades humanas”.

Por eso, de vez en cuando, vale la pena recordar, como hizo ella, la forma en la que los filósofos han teorizado a las mujeres. Una forma de feminismo que nos invita a conocer de dónde venimos, a ser conscientes de los discursos que han establecido qué es un hombre y qué es una mujer y cuál ha de ser la relación entre ellos. Un recorrido memorable que Ana de Miguel inició con Platón. “Si Platón dice en un momento dado: doy gracias a los dioses por tres cosas. La primera, por no haber nacido mujer, sabía lo que decía. Para Platón, una mujer no llegaba a la categoría de ser humano”. Por eso, recordaba, Clara Campoamor diría más tarde que el feminismo es la concepción radical de que las mujeres somos seres humanos, personas.

“Meras vasijas vacías, recipiente del semen creador”

Aristóteles, “el tan admirado, por otra parte, porque pensamos con sus categorías”, teorizó la inferioridad física, intelectual y moral de las mujeres. “Parecen hombres, son casi hombres, pero son tan inferiores que ni siquiera son capaces de reproducir a la especie, quienes engendran los hijos son los varones, teorizaba, las mujeres son meras vasijas vacías, el recipiente del semen creador”, destacó la filósofa, quien retóricamente se preguntaba si las mujeres hemos pasado del estatus de meras vasijas, recordando, por ejemplo, que hasta 1981 la patria potestad era de los hombres.

De Miguel tuvo palabras también para Rousseau: “El gran filósofo igualitarista dijo que la función de las mujeres y para lo que deben ser educadas desde la infancia es para hacer que las vidas de los hombres sean fáciles y agradables, y lo dijo en El Emilio, el primer tratado pedagógico moderno”. Y recordó a Kant, que “dio el poder dentro de las familias a los hombres, porque era la tradición y así debía ser”. O a Nietzsche, en su obra Así habló Zaratustra: “En tres páginas derrocha sexismo, termina el capítulo con este sabio consejo a Zaratustra: Vas con mujeres, no olvides el látigo”.

Hubo filósofos que rompieron esa razón patriarcal, como John Stuart Mill. “Los hombres debéis conocerlos también, porque ese conocimiento es emancipador, es lo que os permite uniros a esa tradición de lucha”. De Stuart Mill, una obra obligatoria: La sujeción de la mujer. “Stuart Mill defendió en el Parlamento el derecho al voto de las mujeres y, en aquella época, 1873, se rieron de él y mucho, era como defender el derecho de un simio a votar, esa era la idea que tenían de las mujeres, le decían, pero no las ves, ni a ellas les interesa”.

“De ahí venimos”, insiste Ana de Miguel. “La filosofía siempre ha sido patriarcal pero nos ha dado las herramientas, nos ha dado el conocimiento”, subraya, y defiende un feminismo muy alejado de ideas trasnochadas como la guerra de los sexos, aboga por un feminismo humanista. “La lucha feminista sigue, lo hemos hecho sin dinero, sin poder, sin reconocimientos. El único poder que hemos tenido las mujeres para llegar donde estamos hoy ha sido el de la razón, y la razón no tiene sexo”.

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